El Watergate de Macri

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Las impredecibles derivaciones políticas del escándalo de las escuchas ilegales en el gobierno porteño.

Por Néstor Leone.

La administración Macri está en problemas. Las respuestas evasivas no fueron eficaces. Tampoco la táctica recurrente de ofrecerse como víctima. Las escuchas clandestinas del misterioso espía Ciro James, funcionario rentado de esa gestión, y la presunción de que en la estructura del Estado porteño se gestaba una central de inteligencia ilegal, adquieren, de a poco, las dimensiones públicas que la gravedad del caso amerita. Y pone en aprietos al jefe de Gobierno. Es cierto, todavía no se conocen las derivaciones posibles. Ni se tiene muy en claro el costo político que esto puede traerle al hombre del PRO. Pero el affaire ya preocupa demasiado al núcleo duro del macrismo y promete convertirse en espada de Damocles de su gestión o en una variante nativa del famoso Watergate. Y esto, más allá de cierta condescendencia de los grandes medios.
El caso -sostienen opositores de toda laya- desnudó como nunca antes la lógica de poder que se esconde detrás de Mauricio Macri y, en relación con esto, la impronta que piensa darle a la fuerza de seguridad naciente por la que tanto bregó.
Lo mismo puede decirse de los argumentos esgrimidos en carácter de defensa por él o sus funcionarios, que aducen inocencia o proclaman torpezas casi como si fuesen atributos. Atado a un discurso mediático más bien elemental, sin autocríticas de ningún tipo, el oficialismo porteño espera que la sangre no llegue al río y salir airosos de esta historia de espionajes. En tanto, la investigación en curso de nuevas llamadas en los teléfonos de James amenazan con abrir un amplio abanico de pistas que podrían complicar aún más la credibilidad de su gobierno y herir a la administración en aquel aspecto en el que se proclamaba más convincente: la eficiencia en el ejercicio de sus funciones.
“Se concibió como dueño de la Policía Metropolitana. No había puesto un solo policía en la calle y ya estaba armando su central de inteligencia”, le dijo a Debate el ex jefe de Gobierno Aníbal Ibarra, luego de advertir que el macrismo empezó la tarea de construir la policía porteña a partir de los vicios. Además, no duda de que “tiene decenas de agentes de inteligencia, decenas de James”, al tiempo que sostiene que el hombre en cuestión es un eslabón de una cadena mucho más complejade responsabilidades y protagonistas.
Para Facundo Di Filippo, diputado de la Coalición Cívica, el hecho tiene una gravedad institucional inusitada. También habla del perfil político del jefe de Gobierno para explicar el hecho. “Es un tema de una gravedad institucional que no amerita que esto se convierta en un show mediático, sino que se investigue formal y seriamente. Si hay una estrategia colectiva de la oposición, se va a poder avanzar en la investigación”, sostiene el legislador. Como se ve, a pesar de la fragmentación extrema de la Legislatura porteña y la miríada de bloques, la voluntad de avanzar sobre lo hecho parece unánime, aunque ya hayan surgido diferencias sobre la manera en que debe encararse la investigación. Además, en la mayoría de los casos, desligan al Gobierno de la responsabilidad que se le quiere adjudicar en este caso. Lo hicieron Ibarra y Di Filippo ante Debate y lo han hecho otros, por estas horas. “El kirchnerismo suele hacer este tipo de operaciones políticas -dice el joven de la Coalición Cívica-, pero la verdad es que, con toda esta gran cantidad de dudas que genera el Ejecutivo local, está claro que esta vez no es así.”
Se sabe, el espía Ciro James tenía, desde hace un año y medio, contrato con el Ministerio de Educación (con un sueldo de 6.500 pesos) y operaba en las sombras desde la cartera de Justicia y Seguridad. En la causa, se descubrieron cientos de contactos telefónicos con el ex jefe de la policía porteña, Jorge “Fino” Palacios y con su sucesor, Osvaldo Chamorro, luego de que Sergio Burstein, de la asociación de familiares de víctimas del atentado contra la AMIA, recibiera el anónimo que destapó la red de escuchas ilegales. Por la pertenencia formal del espía James a Educación y por ser este ministerio una de las áreas que más dolores de cabeza le ha traído al gobierno de Macri, los gremios docentes no dudaron en ponerse en alerta. Sus dirigentes dicen que tienen indicios de que esta ingeniería de espionaje fue utilizada para amedrentar a los trabajadores del sector, al tiempo que hablan de extrañas auditorías en colegios, más prolongadas de lo habitual, pedidos de listas de sindicalización y seguimiento de los alumnos que participaron en las tomas de escuelas.
“Creemos que existe más personal cumpliendo estas funciones, por lo que sería bueno que se esclareciera y se dieran las nóminas de todo el personal de asesores”, le cuenta a Debate Alejandro Demichelis, secretario general adjunto de UTE-Ctera Capital. Y relaciona esta preocupación con las denuncias contra la UCEP, la unidad de trabajo del Ministerio de Espacio Público, convertida en una especie de fuerza de choque contra indigentes.“Es todo un combo, un sistema de represión y acoso a la ciudadanía.” Por lo que se ve, el caso toma ribetes inesperados a medida que sigue su curso.

INTERNAS

Son muchas las cosas que la plana mayor del macrismo no pudo o no supo explicar hasta aquí, ya fuere en la interpelación de la Legislatura o en las intervenciones públicas anteriores o de los últimos días. Por ejemplo, cómo ingresó James al gobierno porteño, quién lo propuso, bajo qué pretensión se lo contrató, ni qué tareas concretas desempeñaba. Desde el principio, la estrategia fue aducir inocencia, como cuando negaron que formase parte del gobierno, hasta que los registros de personal dijeron lo contrario. O victimizarse, con acusaciones directas al gobierno nacional e, incluso, a una de las víctimas del caso, Sergio Burstein, de quien se sugirió que era parte de una conspiración destinada a desacreditar a la Policía Metropolitana. Di Filippo grafica esa responsabilidad del gobierno porteño con una frase contundente: “Todos sabemos que en la administración pública no se ingresa por los clasificados”.
Pero así como avanzó, el gobierno de la Ciudad tuvo que retroceder. Y no sólo con el desplazamiento del tan cuestionado comisario Osvaldo Chamorro. La confesión de parte también hizo lo suyo. Por ejemplo, con la declaración a La Nación, en la que Jorge “Fino” Palacios reconoció que lo había recibido a Ciro James en su despacho y había hecho gestiones para allanar su ingreso en la Policía Metropolitana, con defensa implícita del principal acusado en la causa.
Según pudo saber Debate, el caso agudizó la interna ya candente en el gobierno de la Ciudad, más allá de los intentos de cerrar filas y actuar en unidad. Los viejos resquemores entre los integrantes del gabinete salieron a luz y las disputas por espacios de poder quedaron más en evidencia. Las suspicacias son muchas, como las búsquedas de responsables, aun cuando, hasta ahora, se siga la línea impuesta por Macri de no desafectar a ningún ministro en medio del conflicto.

La permanencia de Mariano Narodowski y Guillermo Montenegro penden de un hilo, y los nombres de los posibles reemplazantes ya se vociferan más allá de los límites del Palacio de Gobierno. La designación de Eugenio Burzaco al frente de la Policía Metropolitana parece ser la punta de lanza de un movimiento de fichas posible para calmar las aguas.
La reaparición de Gabriela Michetti, según cuentan quienes conocen las movidas del macrismo, tuvo que ver con esto. Los ministros involucrados fueron su avanzada dentro de la estructura de poder del PRO y no le quedó otra que asumir la defensa cerrada de sus funcionarios. Muy a su pesar, señalan sus adversarios internos, y más allá de sus apelaciones cuasi adolescentes en la red Twitter (ver aparte).
Pero no fue la única rencilla que desató. Por estas horas, ya es conocida la tirria de Montenegro ante la designación de Eugenio Burzaco al frente de la Policía o por los “puenteos” que sufre desde hace rato respecto de cuestiones que le competen a su ministerio. Y son conocidos, también, las disidencias internas respecto de la decisión del gobierno de la Ciudad de confrontar abiertamente con la Policía Federal, a través de una denuncia judicial.
Los argumentos en contra de esta decisión eran varios. Por un lado, la impertinencia de  “comprarse” un conflicto con una fuerza compleja como ésta. El gobierno de la Ciudad necesita de sus servicios en diferentes áreas y la cooperación con la fuerza resulta imprescindible, incluso, cuando la policía porteña esté en pleno funcionamiento. Otros relacionaron la inconveniencia con las pretensiones políticas de Macri, dejando por sentado cierta maldad intrínseca en la fuerza y posibles maniobras en su contra.
En tanto, los argumentos a favor de ir a fondo contra la Policía Federal, culpando al gobierno nacional y victimizándose sin asumir responsabilidades, abrevaban en la necesidad de prolongar la imagen de mácula que “la nueva política” tiene de sí y dar la pelea a través de los medios. Para ello, claro, necesitan la venia de las grandes empresas del sector y, por lo que se vio hasta aquí, la tienen en buena medida. La cobertura escueta de Clarín del desplazamiento de Chamorro en la jefatura de policía, subsumido por otras noticias más favorables al gobierno de la Ciudad, o el seguimiento tardío y complaciente de la noticia parecen mostrar esa decisión.
Lo cierto es que la denuncia de espionaje le propinó a Macri el primer dolor de cabeza importante de una gestión con problemas varios y déficits de lo más diversos. Y, aunque no se sepa su derrotero final, lo colocó en una situación incómoda en la que desnudó la carencia de densidad política y le dejó más dudas sobre su futuro.

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“Gabi” responde en Twitter

Pese a su casi incontenible verborragia, se mantuvo en silencio cuanto pudo y apenas habló con la prensa sobre el tema que está en boca de todos. Pero, fanática de la política 2.0 y, especialmente, de Twitter, la ex vicejefa de gobierno porteño Gabriela Michetti no pudo evitar verter su indignación en la red social. Ajena al concepto de brevedad del microblogging, la diputada electa PRO ensayó una estrategia de victimización en seis minutos y tres mensajes en la madrugada del lunes 26.
2:13 AM: “Tengo mucha sensacion de bronca con el nefasto tema del “espia”. Insisto: porque nadie del Gob Nac da explicaciones? ¿Porque nosotros si?”
2:17 AM: “James era un policia oculto. Trabajaba para la Federal. Hizo pinchaduras bajo ordenes de la Federal. Que tiene que ver el Gob de la Ciudad?”
2:19 AM: “Necesitamos explicaciones. Esto debe quedar muy bien aclarado. Sobre todo para la ciudadania. Nosotros informamos, que pasa del otro lado?”(sic).
Ya en la noche del viernes 23, Michetti, al igual que el conjunto macrista, había pateado la pelota afuera respecto del caso de espionaje en la Ciudad.“Los Min de Segurid y Educac fueron por voluntad propia a la Legislatura a contestar cualquier pregunta y a dar la informacion que tenemos”, twitteó, y continuó: “Que bien que nos haria a todos que ahora el Jefe de Gabinete Nac y el Min de Justicia fueran al Congreso e hicieran lo mismo! Falta esa info”. “Den la cara!”, imploró.

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Cómo fue el caso Watergate

La peor de las pesadillas vividas por el Partido Republicano de Estados Unidos comenzó en 1972. A poco de que Richard Nixon ganara la reelección presidencial con el 61 por ciento de los votos, cinco hombres, especialistas en interceptar conversaciones telefónicas y comandados por el ex agente de la CIA James McCord, fueron encontrados in fraganti en la sede del comité del Partido Demócrata, en el complejo Watergate, en Washington DC. No se trataba de un delito común, como insistió Nixon, sino que estos hombres eran, en realidad, un grupo de espías extraoficiales que respondían directamente al mandatario.
El descubrimiento de la conexión entre los intrusos y la Casa Blanca no fue tarea fácil. A las labores de la Justicia y el Senado norteamericano se le sumó la famosa investigación de los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein, quienes terminaron por destapar, en las páginas del
The Washington Post, el escándalo político más famoso de la historia gracias a una fuente anónima: el por entonces subdirector del FBI Mark Felt, quien por más de treinta años sólo fue “Garganta profunda”.
El escándalo político terminó de explotar cuando, durante el transcurso de las investigaciones, salieron a la luz los intentos desesperados del presidente Nixon por encubrir el caso. Obsesionado por vigilarlo todo, había instalado en el Salón Oval y otras dependencias oficiales micrófonos y grabadoras, cuyas cintas fueron utilizadas, más tarde, en su contra. Acorralado y, prácticamente, sin apoyos políticos dimitió el 9 de agosto de 1974.

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2 respuestas to “El Watergate de Macri”

  1. Julio-Debate popular Says:

    Si digamos que no es una practica muy bien vista en tiempos de democracia pero igual en estos tiempos es más una novela que otra cosa. A nadie le importa Ciro James ,ni las cosas que muchos gobernantes hacen desde las sombras.

  2. rubenstefani2001 Says:

    ¿Y SI SALIERA 3 DÍAS SEGUIDOS EN CLARÍN Y LA NACIÓN QUE OPINÁS QUE PASARÍA CON «LA GENTE»? SERÍAN TODOS ESPECIALISTAS EN JAMES BOND Y MISIÓN IMPOSIBLE.
    POR MORENO, TODOS SON SABIONDOS RESPECTO EL INDEC, PERO SI LES PREGUNTÁS CUANTO ES 2+2-1 TE MIRAN CON CARA DE PARACAIDISTA POLACO.
    SIGO, CON LA GRIPE A ERAN TODOS DIPLOMADOS Y SI LES OFRECÍAS, PARA LA GRIPE, PARACETAMOL CREÍAN QUE ERA UN CARAMELO NUEVO,,,, JULIO, CREO QUE UNA COSA ES QUE UN TEMA NO IMPORTE Y MUY OTRA, ES QUE SE HAGAN LOS GILES PORQUE LAS BALAS PICAN CERCA DE SU ÍDOLO. AL MENOS ESA ES MI PERCEPCIÓN….
    ABRAZO


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